miércoles, 22 de febrero de 2012

Aprendiendo de otros traductores: Marie-Hélène Delval.

Hoy he tenido la oportunidad de asistir, en la biblioteca municipal de Lille, a una charla-coloquio protagonizada por Marie-Hélène Delval, traductora al francés de los tomos segundo -Eldest- y cuarto -Inheritance- de la saga Inheritance Cycle de Christopher Paolini (la saga que empieza por Eragon). El cuarto, Inheritance, lo acaba de terminar de traducir y aún no está publicado en Francia. También es autora de varios libros infantiles y juveniles, como la serie Les dragons de Nalsara.


La charla ha versado sobre todo sobre literatura fantástica, pero también ha tratado de su propia vida profesional (empezó a trabajar en la editorial Bayard presentando la revista de la editorial en colegios y de ahí pasó a escribir y traducir libros), del proceso de edición de un libro, paso por paso, o de la enseñanza de la literatura a los niños (ella aconseja leer en clase textos originales y no adaptados, porque al adaptarlos pueden perder su chispa).

Un comentario sobre su propia labor como escritora que me ha parecido interesante es que le resulta más difícil escribir libros para niños que para adolescentes, ya que se siente más restringida con respecto a la forma, por el hecho de que tiene que usar frases cortas y vocabulario sencillo. Existe también la opinión de que aunque un libro esté dirigido a un niño no hay que simplificar el vocabulario en exceso porque eso impide el enriquecimiento de su léxico, ni escribirlo de modo didáctico porque puede hacerle perder interés. ¿Vosotros qué pensáis?

En el terreno de la literatura comparada, se ha hablado de que siempre ha habido más tradición de literatura fantástica/sobrenatural o de terror en el mundo anglosajón/germánico/nórdico, por oposición a los países con más influencia latina (incluida Francia, a pesar de Maupassant y su Horla, por ejemplo), donde se han tratado siempre más otros temas como los sentimientos.

Yo le he querido preguntar especialmente por la traducción, y varios de las opiniones interesantes que ha dado Marie-Hélène sobre este tema han sido que lo importante no es dominar la lengua de partida sino la de llegada (ella no se considera bilingüe ni mucho menos), que está en contra de la traducción literal, palabra por palabra, que siempre hay que guardar una cierta distancia, y que, sobre todo en traducción literaria, casi siempre hay que llevar a cabo una adaptación o, aún más, una interpretación (en el sentido musical del término, según sus palabras), para evocar en el lector de la traducción el mismo tipo de emoción que se siente al leer el texto original. Al contrario que en la traducción literal, está a favor de mejorar el estilo de la obra si este no es muy bueno o no va a quedar bien en la versión traducida. Por ejemplo, en Eldest el autor repetía muchas palabras o frases pero, como en francés (al igual que en español) el texto siempre queda más largo que en inglés, optó por eludir muchas de estas repeticiones para que la traducción no resultara muy pesada para el lector.

Por último, como curiosidad, resulta para el libro que acaba de traducir, Inheritance, ha trabajado (porque se lo ha propuesto la editorial) con otra traductora que ha traducido el texto del inglés, sin releerlo ni preocuparse de si estaba bien escrito, y ella lo que ha hecho ha sido una labor de redacción y adaptación del estilo.

¡Bueno, ahí queda mi crónica!

Me interesaría saber vuestro punto de vista sobre varios aspectos que me planteo:

- ¿Vocabulario adaptado a la edad del lector, en el caso de la literatura infantil, o no (para que este enriquezca su léxico)?

- ¿Qué hacemos si al traducir un texto consideramos, en nuestra humilde opinión, que su estilo es muy pobre? No sé si estoy de acuerdo con la idea de M.-H. Delval, puesto que al fin y al cabo tenemos que traducir lo que el autor ha escrito, ni más ni menos, aunque por otro lado es posible, en efecto, que el traductor tenga que adaptar el texto original, como vimos el otro día en la entrada sobre Lewis Carroll, aunque en este caso el traductor se mantuvo fiel al estilo del autor.

- ¿Alguna vez habéis traducido un texto en colaboración con otro traductor? ¿Qué tal la experiencia?

¡Muchas gracias! À la prochaine!

lunes, 20 de febrero de 2012

«Sois vosotros los que traducís el mundo.»

Empecemos la semana subiendo el ánimo un poquito...

Leyendo hace un par de meses El mundo de hoy (libro que recomiendo fervientemente a toda persona interesada en el periodismo, en el ámbito de la escritura en general, o simplemente en tratar de entender el mundo que nos rodea en su dimensión sociopolítica), que recopila extractos de escritos y conferencias del periodista Ryszard Kapuściński, me topé con esta referencia a los traductores. Siempre es halagador que reconozcan la labor de los traductores, pero viniendo este reconocimiento de alguien que dedicaba todo sus esfuerzos a viajar, a intentar comprender la vida en otros rincones, incluso en aquellos de los que nunca se habla, y a narrarla para que llegara a ojos y oídos a los que si no nunca habría llegado, y que por tanto hablaba con conocimiento de causa, la mención se vuelve sin duda aún más significativa.
Los autores debemos mostrarnos humildes y tener siempre presente que un libro nuestro editado en otra lengua lo firmamos sólo a medias. Magnífico representante de la cultura del siglo XXI, que será el siglo de la traducción, Anders Bödegård es un ejemplo de todo ese gremio de traductores a los que conocemos muy poco porque a menudo quedan eclipsados por el nombre del escritor. Y, sin embargo, sin ellos la literatura universal no existiría (...).

Entramos en un mundo multicultural, multilingüe, y los traductores no sólo vierten la literatura de una lengua a otra, sino que gracias a ellos nos aproximamos los unos a los otros. El mundo actual es inconcebible sin ellos. Su papel es fundamental para el futuro de este mundo nuestro porque los que lo habitamos nos tenemos que entender, a pesar de que este entendimiento no parezca hoy nada fácil. Y no sólo por razones ideológicas. También es un problema de comunicación intercultural. No apreciamos en su justa medida, creo yo, el hecho de que la literatura extranjera que conocemos sólo en un cincuenta por ciento está escrita por los «autores». La otra mitad es obra del traductor. Por eso rindo este homenaje: sois vosotros los que traducís el mundo.

[Ryszard Kapuściński, El mundo de hoy]
À la prochaine! ¡Feliz semana!

viernes, 17 de febrero de 2012

El señor que traduce los nombres de las películas (por Liniers).

De hecho, no va del todo desencaminado Liniers (traducción de The Hangover por Very Bad Trip en la versión francesa... ejeeem).


¿Conocéis algún otro ejemplo?

A través del espejo.


La aventura de comenzar un nuevo blog hace que tenga ganas de crear cinco o seis entradas por hora, aunque sé que ese ritmo va a bajar enseguida, por supuesto. Para entrar ya un poco en harina os hablaré de dos libros que me encantan y que todos conocéis, Alicia en el País de las Maravillas y A través del espejo. De ellos hice el trabajo final de mi asignatura favorita de toda la carrera, Literatura Comparada (hablaré de ella en otra entrada), y disfruté muchísimo haciéndolo, pero ahora me voy a centrar en cómo se abordan los juegos de palabras en la traducción de una de las ediciones del libro, la de Ramón Buckley (ed. Cátedra), traducción que me parece sublime, en parte por lo difícil que ha tenido que ser conseguir trasladar a nuestra lengua todos los juegos de palabras con los que nos obsequia Lewis Carroll, maestro del denominado «nonsense» («disparate», «sinsentido»).

En concreto quiero hablaros del poema «Jabberwocky» (en esta traducción, «Fablistanón») que Humpty Dumpty (traducido aquí como «Tentetieso») le explica a Alicia en A Través del Espejo, y donde se puede ver el «nonsense» elevado a su máxima expresión.

'Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.

"Beware the Jabberwock, my son!
The jaws that bite, the claws that catch!
Beware the Jubjub bird, and shun
The frumious Bandersnatch!"

He took his vorpal sword in hand:
Long time the manxome foe he sought--
So rested he by the Tumtum tree,
And stood awhile in thought.

And as in uffish thought he stood,
The Jabberwock, with eyes of flame,
Came whiffling through the tulgey wood,
And burbled as it came!

One, two! One, two! and through and through
The vorpal blade went snicker-snack!
He left it dead, and with its head
He went galumphing back.

"And hast thou slain the Jabberwock?
Come to my arms, my beamish boy!
O frabjous day! Callooh! Callay!"
He chortled in his joy.

'Twas brillig, and the slithy toves
Did gyre and gimble in the wabe;
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe.

En este poema, las únicas palabras que se mantienen en su forma original son los artículos y los verbos «ser» y «estar» (y sus formas conjugadas). Todo lo demás son palabras inventadas por Carroll. ¿Quiere decir que, al no ser términos propios del inglés, no haría falta traducirlos? No, porque son palabras que, desde luego, parecen inglesas, y en absoluto españolas y, además, muchas de ellas son las que Humpty Dumpty denomina «palabras maleta» o «palabras-comodín»: palabras que, al igual que en una maleta caben varios objetos, abarcan varias palabras en una sola. Como ejemplos tenemos «frumious» («fuming» y «furious»; en español «frumioso»: combinación de «furioso» y «humo»), «slithy» («lithe» y «slimy»; en español «viscoleantes», es decir, «vivitos y coleando») o «mimsy» («miserable» y «flimsy»; en español «misébiles»: «miserables» y «débiles»).

La versión en español queda así:

Asurraba. Los viscovivos toves
taladrando en las váparas ruetaban;
misébiles estaban los borgoves,
mientras los verdos momios bratchilbaban.

¡Cuidado, hijo, con el Fablistanón!
¡Con sus dientes y garras muerde, apresa!
¡Cuidado con el pájaro Sonsón
y rehuye al frumioso Magnapresa!

Blandiendo su montante vorpalino,
al monstro largo tiempo persiguió...
Bajo el árbol Tumtum luego se vino
y un rato cavilando se quedó.

Y estando en su aviesal cavilación,
llegó el Flabistanón, ojo flagrante,
tufando por el bosque fosfuscón,
y se acercó veloz y burbujante.

¡Un, dos! De parte a parte le atraviesa
varias veces el vorpalino acero.
Y muerto el monstro, izando su cabeza,
regresó galofando muy ligero.

¿De verdad al Flabistanón has muerto?
¡Ven que te abrace, niño radioroso!
¡Hurra, hurra! ¡Qué día ristolerto!
risotó carcajante y jubiloso.

Asurraba. Los viscovivos toves
taladrando en las váparas ruetaban;
misébiles estaban los borgoves,
mientras los verdos momios bratchilbaban.

El propio traductor explica en una nota a pie de página que le ha sido imposible traducir el poema punto por punto de forma literal. Esto es debido a que no solo hay que crear un nuevo poema que tenga el mismo contenido y una forma similar o, al menos, forma «de poema», sino que hay que añadirle la dificultad de inventar palabras, algunas de ellas mezcla de varias, que tengan el mismo significado.

Me parece que Buckley se las ha tenido que ver y desear para traducir este libro, en especial el poema, y por ello me parece que una de las cualidades esenciales en un traductor literario es la imaginación. Sin medida ni límites. Nunca sabes por dónde te va a salir un autor.

Mi pregunta es: ¿qué habríais hecho vosotros en un caso como el de este poema? ¿Os habríais atrevido también a «reescribirlo» aún teniendo que inventar tantas palabras; es decir, a escribir un poema prácticamente entero (casi no me parecería injusto considerar la traducción como una obra original del traductor) utilizando un idioma de vuestra propia cosecha, que no existe, y aún así seguir siendo fieles al espíritu del original? ¿O habríais optado por otra solución? Yo creo que hubiera sido valiente y lo habría intentado también, aunque ¡una cosa es decirlo y otra hacerlo!

Y, para terminar, ya que estamos con Humpty Dumpty, os dejo este monólogo de Ricky Gervais que me hizo reír muchísimo:



À la prochaine!

Arrancando motores.

Miedo a la página en blanco (o, en este caso, entrada en blanco) pero muchas ganas también. Me llamo Elvira y soy licenciada en Traducción e Intepretación, aunque hasta ahora, salvo alguna traducción jurada puntual, mi actividad profesional se ha centrado más bien en la enseñanza. Me encanta enseñar a los nenes y aprendo mucho con ellos (y es otra manera de dedicarme a los idiomas).

Yo soy (como muchos otros) una más de tantos y tantos estudiantes que comenzamos la carrera de TEI con la ilusión de acabar traduciendo libros y películas. Esa ilusión, apagada un poco durante la carrera por el runrún de que muy pocos acaban haciendo eso, sigue ahí, aunque aún no se ha concretado en una actividad específica («Podrán quitarnos la vida, pero jamás nos quitarán... ¡la ilusión de ser traductores de libros y películas!», como dice la frase mítica de Mel Gibson en Braveheart).

De momento, aparte de a la enseñanza y a inventarme mis propias películas en la cabeza, me dedico a viajar y a mejorar en las lenguas que conozco (inglés y francés), que nunca viene mal. No, el saber no ocupa lugar. Estos meses estoy de auxiliar de conversación en Lille (Francia), entre cruasanes franceses y gofres belgas (ahí un poco en tierra de nadie), con la idea de hacer un máster en el futuro (preferiblemente de traducción audiovisual -¿el METAV de la UAB?- o tal vez de ELE) y, aunque me gustaría quedarme en Francia al menos un añito más, tengo que decir que a partir de finales de abril no sé qué será de mí ni dónde acabaré viviendo. Mirándolo por el lado bueno, puedo decir que todas las puertas están abiertas.

En este blog iré publicando cosillas que me parezcan interesantes y que estén relacionadas principalmente con la traducción literaria o audiovisual. De momento me propongo adecentarlo un poco para que al menos la visita sea agradable, que es lo mínimo. Challenge accepted.

À la prochaine!